miércoles, 5 de diciembre de 2012

“¡Mira cuanta gente haciendo el indio! ¡vamos a acercarnos a ver qué pasa!” General Custer




George Armstrong Custer  fue un oficial de caballería del Ejército de los Estados Unidos que participó en la Guerra de Secesión y en las Guerras Indias. Fue un militar orgulloso y un mal matemático, considerado por sus detractores como un buscaglorias. Sin embargo, los soldados a sus órdenes lo consideraban un gran líder, casi un héroe.

El 25 de junio de 1876 murió junto a 210 de sus hombres del famoso 7º de Caballería en la batalla de Little Big Horn, que lo enfrentó a las tribus comandadas por el jefe indio sioux Caballo Loco (no, no tenía encefalopatía espongiforme como las vacas, era un nombre que le debieron poner por ser una persona tranquila, calmada, meditativa y sensata).

Los exploradores de Custer identificaron lo que les pareció un gran campamento de gente haciendo el indio cerca del curso del río Little Big Horn. Además de sus 210 hombres Custer contaba con otros 401 soldados más que no dudó en lanzar contra los 3000 individuos (calculó, así a cholón, que 611 eran más que 3000) que había en el campamento pensando que eran una panda de rojos, masones y titiriteros o gente del 15M y que resultaron ser una coalición de auténticos indios sioux y cheyennes.

Los indios utilizaron una maniobra llamada tenaza (y que es algo militar que no tiene nada que ver con el sexo) dividiendo a las tropas de Custer de forma que pudieron recuperar armamento y munición de los soldados caídos, así el fuego indio crecía de forma proporcional al ritmo con que decrecía la capacidad de fuego de Custer (para que os lo penséis dos veces si alguna vez os metéis con un indio, son más listos de lo que parece y no sólo fuman pipas y entierran hachas y encima te matan con tus propias armas).

Custer y los escasos supervivientes dispararon a sus monturas para utilizarlas como trinchera (probes caballitos, porque lógicamente no montaban vacas y como esto no es el WOW tampoco montaban lobos). Los indios lanzaron una última carga sobre el promontorio en el que se encontraba esa trinchera tan sanguinolenta,  eliminando hasta el último soldado (y con esto queda demostrado de que 3000 tíos son más y pegan más que 611, Custer suspendió el examen de mates ¡y de qué manera!).


viernes, 30 de noviembre de 2012

“Pienso, luego… Voy a dar de comer al perro” Descartes




René Descartes,  también llamado Renatus Cartesius, fue un filósofo, matemático y físico, considerado como el padre de la geometría analítica y de la filosofía moderna, y uno de los nombres más destacados de la revolución científica. Nació en Francia en 1596 y murió Suecia en 1650 (se iría allí por las suecas, porque dudo que fuera por el clima).

Como la de la mayoría de los filósofos su obra es extensa y aburrida (¿por qué les gustará tanto pensar?) así que si queréis conocer su obra, lo mejor es la Wikipedia, así en plan cutre y si no, pues leed sus libros.

No obstante (porque no obsta, ni a un premio, ni a nada parecido... ¿o eso era optar? Bueno, yo que sé), la ocurrencia que hoy nos ocupa tiene que ver con una de las proposiciones más famosas de la filosofía: “Pienso, luego existo”, que fue fruto de sus meditaciones metafísicas y que llamó la primera verdad.  Y tan orgulloso estaba de ella que la repetía en cuanto podía o hacía variaciones que tenía que meter con calzador si hacía falta. El colmo de esta costumbre fue un día que venía de comprar y un amigo le pregunto: “¿Qué llevas ahí? ¿dónde vas?” y saltó con esta genialidad.

El amigo le dejó de hablar, por pesado y por ese sentido del humor absurdo que hace que la gente te odie. El perro tenía comida, así que le seguía queriendo.

jueves, 22 de noviembre de 2012

“¡Ahora ya puedo salir de aquí!” Walt Disney.




Si a estas alturas de la vida necesitáis que os explique quién fue Walt Disney es que nunca habéis sido niños, o eso o habéis tenido una infancia muy dura… ¿Cómo lo hicisteis para sobrevivir sin tele?
Bueno, pues para aquellos de vosotros (los raritos) que necesitéis la aclaración os diré que Disney fue un señor que nació en 1901 y dedicó su vida a traumatizar a varias generaciones de niños (si no, los que lo conozcáis, recordad a la madre de Bambi) con sus películas de animación.

Murió de cáncer de pulmón en 1966, aunque existe la leyenda urbana de que Disney, pocos minutos antes de morir, fue introducido en una cámara y fue congelado a bajas temperaturas para que cuando la ciencia avanzara pudiera ser resucitado y sanar su pulmón enfermo.

Pues bien esto resultó ser verdad, y así cuando su compañía compró Marvel, Disney se frotaba las manos (tenía frío) pues ya tenía el secreto de los poderes de Lobezno y su cáncer podía ser curado. La siguiente parte de su maquiavélico plan era adquirir Lucasfilm y no fue para hacer MÁS dinero sobrexplotando Star Wars, no,  su intención fue desde un principio hacerse con el secreto de la carbonita y así poder ser descongelado como Han Solo. Así fue como, una vez realizada la transacción, Disney se sintió satisfecho y expresó la cita que le ha valido su aparición en este blog.

A título personal y dejando de lado a nuestro personaje de esta semana, preparaos para que en la próxima entrega de Star Wars aparezca un planeta de Mickie mice (el plural de mouse en inglés)  y que alguno sea jedi… O eso o se vuelven a cargar a la madre de Bambi.


sábado, 20 de octubre de 2012

“¿Que la morcilla se hace con sangre de cerdo? ¿y qué hago entonces con toda esta sangre de virgen?” Erzsébet Bathory





Fue una condesa húngara, perteneciente a una de las familias más antiguas y poderosas de Transilvania (como no podía ser de otra manera: pirao + sangre = Transilvania),  vivió entre los siglos XVI y XVII. 

Fue acusada y condenada por de una serie de crímenes motivados por su obsesión por la belleza y la juventud. En concreto utilizaba la sangre de sus jóvenes sirvientas y pupilas (a las que sometía a toda clase de juegos macabros y torturas) para mantenerse joven, con ella hacía potingues, se daba baños o simplemente la bebía (en ocasiones directamente del cuerpo tras morder a la víctima).
¡Qué cosas! Ella mataba vírgenes y nosotros monos y ballenas, ¡hay que ver cómo avanza la cosmética! 

Hay quien asegura que fue víctima de un complot de sus enemigos en un contexto político muy complejo, para buscar su perdición y muerte.

Como sea, todo empezó de la siguiente manera: Erzsébet (Isabel para los colegas) en realidad era una mujer muy culta que hablaba y leía perfectamente  el húngaro, alemán y latín. El caso es que leyendo sobre España le llamó la atención la receta de la morcilla, de la que se decía estaba buenísima (una lástima que el libro no especificase que la sangre requerida era de cerdo).  Más tarde, cuando tenía todo preparado para empezar a hacer el embutido (arroz, cebolla, tripas, vírgenes desangradas..., en fin lo normal), pasó por allí un español y fue invitado a ver cómo lo hacían. Cuando éste aseveró que la sangre que se usaba era de cerdo, la condesa se llevó un chasco e hizo la pregunta que nos ocupa, a lo que el español se limitó a encogerse de hombros y contestar: “- Podéis bañaros con ella, que fijo que tiene “mazo” (era de Madrid)  de coenzima Q10”.

¡Por cierto! la morcilla salió genial.


domingo, 7 de octubre de 2012

“¡Un día me tengo que acordar de despedir a ese piloto!” Juan Pablo II




Karol Józef Wojtyła más conocido como Juan Pablo II, fue el 264º papa de la Iglesia Católica y jefe de Estado de la Ciudad del Vaticano desde el 16 de octubre de 1978 hasta su muerte en 2005. Fue uno de los líderes mundiales más viajeros de la historia, visitando 129 países durante su pontificado, lo que le valió el sobrenombre de “el papa viajero”.

Una curiosidad es que siempre que aterrizaba besaba el suelo del país que visitaba, según le contaban a la gente era para expresar  que esa tierra era sagrada y  además conseguir transmitir cercanía a la pobalción de ese país. Pero la verdad es que simplemente estaba agradecido de llegar vivo a tierra, puesto que el piloto de su avión era una especie de kamikaze, o eso o estaba como para encerrarlo y tirar la llave (de hecho creo que se llamaba capitán H.M. Murdock y en sus ratos libres hacía trabajillos con otros tres amigotes en el equipo A), pero era el más barato que habían encontrado. Normalmente, Juan Pablo,  solía recordarse que tenía que despedirlo, pero lo que tiene la edad es que se te olvidan las cosas. Otra teoría que se baraja  es que con esas experiencias cercanas a la muerte se sentía más próximo a Dios. El caso es que el piloto seguía teniendo trabajo y el papa dando gracias cada vez que aterrizaba.